Voleskine Ventaniano. Relatos Cortos, reseñas literarias, musicales y cinematográficas.

domingo, abril 02, 2006

Máquina de escribir. Programa: Limites Primera parte (1 de 2)

.....Y DEJARÉ QUE SE ENFRÍEN ANTES DE SERVÍRSELAS

RELATO GANADOR. EDICIÓN MARZO 2006. Todos me preguntan perplejos que por qué lo hago: la poca familia que me queda, mis amigos más cercanos, las vecinas que me ven acalorada y sin apenas tiempo para nada. Mis hijas son mujeres jóvenes, seguras de sí mismas que, cansadas de avivar los rescoldos de mi autoestima, han decidido dejarme por imposible. Preguntan, intuyo que hastiadas y desoladas ante la impresión de no reconocer en mí a la mujer luchadora que aprendieron a respetar, qué cómo puedo ser capaz de acoger de vuelta a casa, de hacerme cargo, de ese hombre que nos abandonó hace treinta años...Me dicen, que si yo no logro darme cuenta de cómo me estoy humillando, todo comentario es inútil....pero que no cuente con ellas porque no están dispuestas a secundarme en este acto postrero de atención, de cariño, de caridad para con este hombre desconocido, de este padre tan ajeno a sus memorias... Yo lo prefiero así. Sin testigos. Él me mira desde la inutilidad en la que se ha convertido y nos entendemos sin palabras. Como cuando nos conocimos y me hizo creer que me haría feliz. Me ha dicho el médico que le queda poco tiempo, que su organismo ya estaba devastado por la mala vida cuando sobrevino la parálisis y que parece asunto de un milagro que su corazón siga latiendo. También le parece que algo tendrá que ver este milagro con las extraordinarias atenciones que está recibiendo el enfermo. Yo asiento con la cabeza por no contradecirlo, pero sé que su corazón se mueve por la cosa esa de la inercia. Que respira por costumbre, pero no por gusto. Que cuando le acerco a los labios, a esos labios cuyo recuerdo me sigue taladrando, la cucharilla con su poco de puré, la boca se abre obediente y refleja, ajena a la firme voluntad de apretarla que reconozco en su dueño. Yo sé que él sabe. Su cabeza está intacta. Y eso me basta. Ocuparme de su cuerpo maltrecho me está compensando del dolor sufrido durante todos estos años, cuando lo imaginaba acariciado por las manos de otra mujer. Me hace bien emplearme en sus sabores preferidos. Ofrecérselos con una sonrisa para que se confíe. Como hoy. Prepararé croquetas pensando sólo en él....Se las haré redonditas para que le quepan de un solo bocado. Pondré al fuego la mantequilla para que se funda, añadiré la harina tamizada para evitar los grumos, nada de sal porque le perjudica, la carne de pollo muy picada, apenas para dar su aquello de sabor, el copito de algodón en cada una... Darinto.