Voleskine Ventaniano. Relatos Cortos, reseñas literarias, musicales y cinematográficas.

domingo, marzo 26, 2006

Máquina de escribir. Programa: Limites Primera parte (1 de 2)

... ¡FLOP! Jaime de Nepas.

El pasado domingo visité las tierras sorianas del sudeste, que pegan con las de Guadalajara y, casi, con las de Zaragoza. Son miles de hectáreas sembradas de encinas y enebros que pertenecen a los términos de Montuenga, Chaorna, Judes, Iruecha, Codes, Maranchón. Ah, cómo me gustan los nombres de los pueblos: ¿quién se los puso y por qué, qué significan? A pocos kilómetros de allí están las aldeas del terrible incendio del pasado verano: Riba de Saelices, Saelices de la Sal, Ablanque... ¿Nos acercamos? preguntó el conductor del auto. Ni hablar, dije, me echaría a llorar. Al mediodía nos acercamos a Maranchón, donde suponíamos que habría tabernas para comer algo. En sus sierras hay plantados cientos de molinos metálicos. "Lo menos miden treinta metros", aventuré al verlos tan cerca. "Huy treinta -dijo mi hermano- y noventa. La distancia engaña". Paramos el coche y salí. Me acerqué a uno de ellos, que están montados a base de aros, supongo que enroscados, disminuyendo su diámetro a medida que suben. Desde la carretera calculamos que cada aro tendría un metro de altura, pero cuando medí el de abajo con la envergadura de mis brazos comprobé que pasaba algunos centímetros de los dos metros. Conté los aros y tuve dudas de si eran veinticuatro o veinticinco. "Veinticinco", dijo mi hermano. O sea, que tienen cerca de sesenta metros de altura, y las aspas, unos treinta. Ensimismado con el cuento de los aros, que según ascienden son más difíciles de contar, no había advertido la visión y sonido de las tres aspas, que buscan el viento como las veletas. Las miro embobado en su giro permanente y sincrónico: cuando pasan delante de mí hacen ¡ZUMM! o, mejor dicho, ¡¡¡FLOP!!! La punta de las aspas se dobla hacia adentro por efecto del viento y de la dinámica. FLOP, FLOP, FLOP... respiran, me digo, este gigante de acero tiene pulmones. FLOP, FLOP, FLOP, oigo con cadencia de latido. No solamente tiene pulmones, ¡¡¡tiene corazón!!! FLOP, FLOP, FLOP..., nos alejamos, le damos la espalda, y él se queda quieto, desafiante y enorme, pero rendido a un soplo.