Voleskine Ventaniano. Relatos Cortos, reseñas literarias, musicales y cinematográficas.

miércoles, marzo 15, 2006

Máquina de escribir. Programa: Limites Primera parte (1 de 2)

Ésta. Ana Polar

Sacó la navaja. El viento era seco y caliente, muy caliente, pero la aridez lo hacía más ligero, como si le llenase de calor para que cada vez que recorriera una ráfaga, le dejara un escalofrío en el cuerpo. Miró. Le gustaba verse reflejo. Fuera. Luego buscó el mejor árbol de la chopera. Si, el que estaba junto a la pequeña balsa, al final del todo. Lo examinó a fondo: perfecto, ni una marca, virgen. Comenzó despacio y sin profundizar. Después del boceto, mordió la carne de aquel chopo. Una gota ámbar se le pegó al dedo cuando terminó la hendidura, otra embarró la hoja de la navaja. Una vez bien abierta la herida y sangrando, fue a su mochila. Allí estaba envuelta en papel, bien cubierta. Desenvolvió la rama y tras seccionarla, la hundió en el hueco. Estaba cansado del mar de las hojas del chopo. El viento siempre le traía ese sonido cuando se tumbaba en la vieja arboleda. Olas que no llegaban nunca y que se iban para volver con lo imposible, como Blanca cada verano. Así que se decidió por darle algo mediterráneo a aquella zona de descanso. Estaba seguro de que el esqueje de olivo traería pronto esa brisa alba. De hecho, ya comenzaba a oler salado…