Voleskine Ventaniano. Relatos Cortos, reseñas literarias, musicales y cinematográficas.

miércoles, abril 19, 2006

Máquina de escribir. Programa: Limites Primera parte (1 de 2)

LENGÜETA. Francisco M. Aguado Blanco

Cojo el pack de seis-"Reciclado y reciclable, salvad un árbol"- de leche desnatada. Falta el envase que abrí anteayer. Me decido a sacrificar a su compañero o quizás debería decir compañera: el envase muestra el dibujo de unas formas femeninas (líneas ideales), embutidas en pantalón blanco a juego con camiseta de igual color, separadas ambas prendas por una ranura color carne a la altura umbilical. Desenrosco el tapón mientras se calienta el cazo con café sobrante del día anterior. Tiro de la anilla-como las de las granadas de la mili- y se queda la muy desgracida encajada en mi dedo índice mientras vuelco el contenido del envase en el cazo. Miro la anilla. La desajusto de mi dedo. Pone: "Siga jugando." Recuerdo por un momento aquellas bolsas de pipas de mi infancia en que había que mirar al trasluz una banda negra: "La Pilarica, qué rica. Repita." Esto me huele a concurso. Miro el envase. Puedo ganar un coche Mercedes si la anilla así me lo participa. Recuerdo que desde anteayer no bajo la bolsa de basura al contenedor por lo que en mi bolsa está la anilla anterior. Casi al fondo. ¿Revuelvo mi propia basura por un Mercedes?- Me cuestiono mientras mojo los picatostes en el café con tan provocadora leche.- ¿Tienen basura en su casa los dueños de Mercedes? Claro-me digo.- ¿Tienen las manos sucias?-me vuelvo a cuestionar.- Quizás no siempre. ¿Qué prejuicios he de tener yo por hacerlo si nadie me verá y la basura, además, es la mía? Silencio. Aparece mi mujer, somnolienta, con esa cara de pocos amigos que siempre luce recién levantada junto con uno de mis pijamas. - Olga, ¿revolverías el cubo de basura por un Mercedes? - En la puta vida - Me dice en tono tan firme como seco según se echa el café con leche en la taza tamizándolo por un colador para eliminar esa escasa película de nata que deja la leche desnatada al enfriarse y que ella tanto odia. Les presento a Olga. Sí, la que está leyendo el periódico que he ido a comprar antes que se levantase mientras se toma la poca leche con mucho café después del kiwi. La que sabe que nuestro coche se cae a pedazos. La que bien sabe por qué me casé con ella.