Voleskine Ventaniano. Relatos Cortos, reseñas literarias, musicales y cinematográficas.

lunes, agosto 28, 2006

Máquina de escribir. Programa: Limites Primera parte (1 de 2)

Hijas. Valeria Madre Riotinto (en Cuaderno de todo)

A veces, desde mi cuarto en silencio, siento a mis hijas que se mueven por la casa, dos seres circulando con independencia que utilizan el video y la tele, el mando a distancia, que cogen galletas de la cocina, que usan el servicio. A veces las miro y me parece increíble que sean mis hijas, que yo las haya tenido, que exista un pasado en el que yo haya vivido alguna vez en pareja. Hay un libro de familia que lo dice, pero es una época que parece que se hubiera borrado, que estuviera muy lejos. Hace poco, sintiendo esa extrañeza de que sean mis hijas, decidí hacer una prueba con la pequeña, de cinco años, que a la vez fue como un juego que después he repetido de vez en cuando. Le pregunté: –¿Pero tú quien eres? ¿Quién eres? –Soy tu hija –me contestó extrañada. –No, pero igual eres la hija de mi hermana, de una amiga. Igual eres la hija de otro. –Que no, que soy Mariela, que soy yo –dijo riéndose. –Pero igual eres alguien que se ha disfrazado de Mariela y me estás engañando para que yo te quiera. –Que no, mira, que llevo mi pijama –contestó un poco más seria. –Pero cualquiera puede ponerse tu pijama. –Ya, pero... mira la muela empastada que tengo, ¿no lo ves? Soy Mariela –dijo abriendo la boca de par en par. –Hay mucha gente que tiene muelas empastadas. Decidí no seguir con la broma porque su cara cada vez reflejaba más enfado y tiene muy mal genio. Terminó gritando, furiosa: –¡Que soy tu hija! Reconozco que me gustó escucharlo, aunque ya lo supiera. Y cuando lo escuché la compensé con un abrazo fuerte, le dije que era verdad, que era mi hija. Ella también busca sus confirmaciones, sobre todo cuando me pregunta, sin venir a cuento: –¿A que estás muy contenta de tener dos hijas?