Voleskine Ventaniano. Relatos Cortos, reseñas literarias, musicales y cinematográficas.

viernes, mayo 12, 2006

Máquina de escribir. Programa: Limites Primera parte (1 de 2)

A propósito de Joyce Vincent. Juan Rojo.

I. ¿De qué puede morir una mujer de cuarenta años? ¿Consigue detenerse al borde del precipicio pero el vacío la absorbe? ¿Escapa y la libertad le bloquea el corazón? ¿Puede formar el pasado bolitas de culpa que atoren arterias? ¿Es más fuerte la soledad que la humillación? ¿Se puede alcanzar la serenidad sin morir? ¿Dónde vivimos que, por muy fuerte que pisemos, no levantamos ni una mota de polvo? "¿Cuántas veces puede volver la cabeza el hombre y fingir que no ve?" Como las olas del mar, las preguntas se van sin pedir nada, pero vuelven una y otra vez. II. Llega cansada de trabajar y cierra la puerta de la que sólo ella tiene llave. La mira brillar en la palma de la mano y la deja en la bandejita de mimbre de la consola. El agua de la ducha le traspasa la piel y le disuelve la hiel, el miedo y las lágrimas enquistadas. Sale empapada, escurriendo. Sube la calefacción para poder secarse al aire, frente al espejo, de pie con las manos en la nuca, mirándose, descubriéndose. Todos los poros se erizan, pero poco a poco se van alisando, no hay prisa ni pudores forzados. III. Compone el árbol sintético de Navidad estirando uno a uno sus remedos de ramas. Pone encima de la mesa los rollos de papel de charol rojo y verde junto con las cintas que acaba de comprar, el celofán y las tijeras. Enciende la televisión para ahogar los ruidos de la escalera, se parecen demasiado a los que dejó al otro lado de la vida. Envuelve los regalos despacito: éste del derecho con pliegues laterales cerrados con una solapita, aquél al bies con terminación diagonal donde pegar la florecita dorada... Los ata con una cinta brillante roja para los azules y amarilla para los verdes. Raspa las puntas con la hoja de las tijeras para que de los lazos salgan tirabuzones. Nadie le dice que eso son tonterías, ni que ponga la cena, ni que está gorda. Escribe nombres con rotulador dorado en los paquetes y los coloca cuidadosamente ante sí. IV.
Se recuesta en el sofá a morir, poco a poco, no hay prisa, no hay nadie.
Este relato surgió de la siguiente noticia: Una mujer de 40 años que llevaba dos años muerta en el interior de su casa ha sido descubierta por su casero, que estaba extrañado por el retraso de los pagos del alquiler. Junto a la mujer se encontró unas bolsas con regalos navideños y el televisor encendido. La mujer londinense murió en la más absoluta soledad viendo la televisión, y nadie la ha echado de menos en los dos últimos años.