Voleskine Ventaniano. Relatos Cortos, reseñas literarias, musicales y cinematográficas.

miércoles, mayo 03, 2006

Máquina de escribir. Programa: Limites Primera parte (1 de 2)

ANIMAL COLLECTIVE: “FEELS”. Por Carlos Carrión Guardia.

Aún sin un acabado tan perfecto como el de los trabajos de Kayne West o Sufjan Stevens, “Feels“ (fat cat-pias spaín), séptimo lanzamiento de los norteamericanos Animal Collective, fue el disco que más me entusiasmo en 2005. Enfrentarse a él es como entrar en un parque de atracciones donde las norias giran del revés, los hijos regañan a sus padres y las brujas del pasaje del terror te ofrecen algodón de azúcar. Una montaña rusa donde viajan cogidos de la mano el pop, la psicodélia, un folk de origen no identificado y el primitivismo.
Personalmente, les juré amor eterno con “Grass” y su estribillo de frenopático, pero por si no fuera suficiente ahí están “Lonch Raven”, hipnótica conjunción de psicodélia y electrónica minimal; la sinuosa progresión de “Banshe beat”; el pop circense de “Turn into Something”;“Did you see the words”, donde nos recuerdan lo buenos que fueron Mercury Rev en su día; “The Bees”, o como viajar a la luna con un sonido de arpa. Lo original en Animal Collective no es su sonido (aquí hay pistas que conducen a Brian Wilson, al Syd Barret que lideraba a Pink Floyd o a esa maraña sonora que tejieron Can y otros grupos de rock alemán de los 70) sino esa mezcla de singularidad, naturalidad e insolencia con la que lo moldean. Seguro que a Lewis Caroll le hubieran encantado. Avey Tare, miembro del Colectivo Animal, es uno de esos artistas que quedó hechizado al descubrir la música de Vashti Bunyan (un selecto club en el que podemos encontrar a miembros de Cocteau Twins, Piano Magic y, especialmente, a Devendra Banhart) . “Just another Diamond Days”, es una pequeña joya de folk mediaval prácticamente oculta durante treinta años, el tiempo que ha sido necesario para que renazca en el panorama independiente norteamericano el interés por los sonidos folk de inspiración más o menos hippie y psicodélica, a la manera de, por ejemplo, The Incredible String Band.