Voleskine Ventaniano. Relatos Cortos, reseñas literarias, musicales y cinematográficas.

miércoles, mayo 03, 2006

Máquina de escribir. Programa: Limites Primera parte (1 de 2)

CRISTINA ROSENVINGE.“CONTINENTAL 62“ Por Carlos Carrión.

Son muy pocos los artistas en España que después de más de veinte años de carrera pueden presumir de tener más presente que pasado. El ejemplo más claro (¿el único?) lo encontramos en Cristina Rosenvinge. El malpensado siempre podrá alegar que en su caso eso no tiene demasiado mérito, pero lo cierto es que después del delicioso “Foreing Land” y de este no menos estupendo “Continental 62”, aquellos años en los basurales del Mainstream nacional se han diluido por completo, así como la sospecha de oportunismo que todavía la perseguía cuando decidió cambiar su discurso apoyándose en las manos sabias de los neoyorkinos Sonic Youth (paradigma durante muchos años de grupo neoyorkino y cool). Otro motivo para el escepticismo parecía ser su relación con Ray Loriga, un tipo que, basicamente, despierta (¿todavía?) recelo. Su nuevo disco mantiene en parte las coordenadas de“Foreing Land“. Permanece el influjo de Lou Reed (y de Nico) y las canciones adoptan otra vez un aspecto lánguido y melancólico pero acentuando esta vez un trasfondo perturbador, como de mezcla de dulzura con noches en vela de sabor a nicotina (ahí está “Jelly” donde se apropia del registro vocal aniñado de Stina Nordestam con fondo musical de club de jazz de cine negro). Además plasma su declarada filia por el pop francés y la Brasil de Caetano Veloso y Astrud Gilberto (estupendo el single “A liar to love”) e incluye tres excelentes canciones en castellano. En un concierto reciente Cristina explicaba que las teclas negras de un piano nunca van juntas una con otra (las blancas sí pueden) y su sonido revela que son tímidas, asustadizas, extrañas. Las blancas, en cambio, avasallan, muestran su orgullo e incluso su soberbia. Y en la canción “Teclas negras” canta que a los catorce años “era la hermana loca de Gregorio Samsa/ sólo salía los martes a clase de danza”. Por su parte “Quien me querrá” parece por un momento el reverso dubitativo y temeroso del “Eu sei que vou te amar” y Tok-tok, la más intensa del disco (“se puede renacer sólo tras la humillación”, dice) podría haberla firmado Nacho Vegas e incluso el mismo Nick Cave. En definitiva, Cristina Rosenvinge se consolida como una estupenda autora de canciones, alejándose de la industria oficial pero asegurándose un buen lugar en el recuerdo de esos aficionados que escuchan la misma música que a ella le gusta escuchar.