Voleskine Ventaniano. Relatos Cortos, reseñas literarias, musicales y cinematográficas.

jueves, junio 01, 2006

Máquina de escribir. Programa: Limites Primera parte (1 de 2)

La tienda de libros usados de la calle Granada. Jesús Maro

Decía Antonio Soler en el diario Sur el Domingo pasado que cada vez que una librería cierra este mundo crece en estupidez, a lo largo del artículo se percibía un atisbo de culpa por parte del autor debido a que muchas veces había comprado libros en grandes superficies donde se vende todo, olvidándose de las libreráis de toda la vida. Ayer tuve la misma sensación que el escritor malagueño al acudir a una vieja librería de mi pueblo, la ví con menos libros, con las estanterías vacías, triste. La librería, una extraña mezcla entre videoclub con películas inglesas en la parte baja y libros usados en varios idiomas en la parte superior, tiene de encantador que posee als estructuras de una casa antigua (habitaciones estrechas, muros gruesos...) pero repleta de libros de segunda mano. Recuerdo la primera vez que entré en esa casa-librería, y recuerdo también el primer libro que compré, un ejemplar que me cambiaría por completo y que marcaría un antes y un después en mi persona, era 1984 de George Orwell en una edicción de Salvat de los años 60 con un prólogo de Laín Estralgo.
Muchos conocereis este libro, pero hoy mi semblanza no es para la obra de Orwell sino que es para el sitio que lo albergaba, mi particular "cementerio de los libros olvidados" de la calle Granada.
Bajo esas paredes crecí como persona, viaje con Gulliver por paises desconocidos, mundos que luchaban entre las hojas de H.G.Wells bajo cielos protectores conjurados por los necios... Esta es mi manera de rendir tributo a esta librería que nos deja, posiblemente, y debido al emplazamiento donde se encuentra, pronto emergerá un gran local comercial de amplios cristales exteriores con apartamentos en las plantas altas, y la imagen de lo que había quedará borrada "como lágrimas en la tormenta", y nadie recordará nada. Todo pasa y este mundo se hará más estúpido, pero hoy te recuerdo, vieja librería de segunda mano de calle Granada y siempre te recordaré repleta de libros usados a la espera de que alguien se llevase un pedacito de tu alma consigo.