Voleskine Ventaniano. Relatos Cortos, reseñas literarias, musicales y cinematográficas.

miércoles, marzo 01, 2006

Máquina de escribir. Programa: Limites Primera parte (1 de 2)

RUINAS DE HIERBABUENA. Francisco M. Aguado Blanco

He guardado mansamente a un adolescente blando, una tarde ya muy tarde. Entre murallas de un viejo monasterio, imágenes vencidas de otro tiempo, ruinas de piedra creciendo entre hierbabuena. Pisando espigas vas camino del ábside, horno de oraciones de corazones que se alimentaron de lo que pisas. He guardado mansamente a un adolescente blando para que no te saliera al paso. Todo es fue mientras mirábamos esplendores que fueron estatuas, escalinatas, colegiatas, refectorios, fogones, celdas y flagelos. He guardado mansamente a un adolescente de jazmín o dondiego. Tu mirada, tus trazas, tus trenzas, tus tazas. Voy tras todo ello con el gupo de visitantes del Inserso. He guardado una pasión de adolescente enre campos tristes volados de palomas alegres. Y tú, mi guía, recitas a cada paso encierros voluntarios, sangres derramadas, novicias violentadas, paredes de secretos, templarios inciertos. Y tú no sabes, ¿cómo saberlo?, de mis griales. Que el adolescente que ahora sujeto para que no te devore en su senectud de viejo, fue joven encerrado entre las cien mil llaves de este monasterio. En secreto anhelo renuncié un buen día a mi Dios por un embeleso, un resplador, un fulgor, un imposible, nacido de un sopor, un posibilidad, de una Diosa como tú. ¡Qué tarde llegaste, por cierto!