Voleskine Ventaniano. Relatos Cortos, reseñas literarias, musicales y cinematográficas.

miércoles, febrero 15, 2006

Máquina de escribir. Programa: Limites Primera parte (1 de 2)

CUÁNTO LE DEBO. Francisco M. Aguado Blanco

CUÁNTO LE DEBO.

"No te aguanto porque siempre estoy esperando la herida de tus aspas de molino." Y soltó una carcajada sin frontera. Se levantó arrastrando la silla y se fue con movimientos de cintura que hacían cimbrear su vestido de flores camino de la puerta del café. Antes, se volvió y me dijo en alto pero con mucho mohín y tontería: "Paga tú, anda porfi. Sólo sea por una vez."

Me pedí otra cerveza. El camarero me la trajo dejando una estela de espuma como una trayectoria de avión en un cielo de verano castellano. Comenzó a tocar el abuelo del piano. Su armonía se convirtió en mi melancolía de viejo perdedor. ¿Por qué dijo lo del molino? Soy variable. No, no es eso. Los molinos siempre giran en un mismo plano. ¿O no? Ni eso sé. Lo diría por girar cuando sopla el viento. No, lo dijo con toda intención bufa. Conoce mi amor a partes iguales por la metáfora y lo poético. ¿Un molino es poético? ¿Lo es el viento? ¿Lo son los dos? ¿Lo son en cuanto juntos? ¿Por separado?

¿A qué vino reírse de esa manera que me dio miedo? Se reía de mí, claro está. O de lo estúpido que le resultó a ella misma esa frase de caballero de la Mancha dicha por su boca descarada de molinera de zarzuela. ¿Movió su cintura de manera tan provocativa a cosa hecha o siempre lo hizo así? ¿Sería el efecto del vestido? ¿Serían mis aspas o el mismo viento moviendo flores?

Lo de pagar, sí lo entendí. Siempre anduve tieso; como a dos velas, a dos aspas. ¿De dónde sacaría esa frase tan épica? ¿Se habrá echado otro novio escritor? El abuelo ataca "Casablanca."

Por favor. ¿Me dice cuánto le debo?

A mí, diez euros, caballero.

Francisco M. Aguado Blanco